La retórica de Trump: cómo la palabra 'basura' redefine el debate migratorio



En una reunión de su gobierno, Donald Trump calificó a los inmigrantes somalíes como 'basura' cuatro veces y afirmó 'No los queremos en nuestro país' en cinco ocasiones, refiriéndose a las 260,000 personas de ascendencia somalí en Estados Unidos.
Sus palabras fueron vitoreadas por miembros de su gabinete, incluyendo al vicepresidente JD Vance y al secretario de Defensa, Pete Hegseth, quien le dijo 'Bien dicho'.
Esta escalada verbal no es un hecho aislado.
Se suma a declaraciones previas en las que llamó 'violadores' a los mexicanos y 'países de mierda' a las naciones africanas, además de hacerse eco de retórica usada por Adolf Hitler. Según el profesor Carl Bon Tempo, Trump ha legitimado un lenguaje que antes se consideraba inaceptable, en un país con un historial de rechazo a extranjeros, como la campaña contra los chinos en el siglo XIX o el encarcelamiento de japoneses-estadounidenses durante la Segunda Guerra Mundial. La retórica de Trump se acompaña de una campaña gubernamental para limitar la inmigración. Su administración ha intentado eliminar la ciudadanía por nacimiento, ha congelado el sistema de asilo, ha reducido la admisión de refugiados y ha suspendido las solicitudes de inmigración de 19 países. A pesar de que su aprobación en el manejo de la inmigración cayó al 42% en noviembre según una encuesta de AP-NORC, el tema sigue siendo una prioridad para su agenda, impulsada con redadas casi diarias. Los comentarios de Trump, en los que también llamó 'basura' a la representante demócrata Ilhan Omar, provocaron conmoción y condena.
Omar calificó la 'obsesión' del presidente como 'espeluznante e insana'. Expertos como César Cuauhtémoc García Hernández señalan que, aunque no es el primer político en usar la xenofobia, su posición como presidente de EE. UU. le da un impacto mayor, inspirando a figuras de ideas afines a nivel internacional, como Nigel Farage en el Reino Unido.
En Francia, sus calificativos serían probablemente ilegales bajo las leyes de discurso de odio si no fuera por la inmunidad presidencial. A pesar de las críticas, Trump se ha mostrado indiferente, declarando: 'No me importa.
No los quiero'.













