México y EE.UU. refuerzan alianza contra el crimen ante la sombra de un 'narcoestado'

Mientras México y Estados Unidos fortalecen su cooperación militar y de seguridad para combatir el crimen transnacional, análisis periodísticos señalan una profunda infiltración de los cárteles en las estructuras del Estado mexicano, presentando un complejo panorama de la lucha contra la delincuencia.

En un esfuerzo por fortalecer la seguridad regional, México y Estados Unidos reafirmaron su alianza contra el crimen organizado durante el Foro Internacional “México y su Futuro en la Lucha Contra el Crimen”, celebrado en Puerto Vallarta. La embajada estadounidense, encabezada por Ronald Johnson, informó que especialistas de ambos países intercambiaron propuestas para enfrentar a las redes criminales transnacionales, reforzar la seguridad en la frontera común y proteger a la población de la violencia, el tráfico de personas y el flujo de drogas sintéticas. La representación diplomática subrayó que la cooperación con México es “esencial para proteger a nuestras comunidades”. La colaboración se extendió al ámbito militar con la visita del general Gregory M. Guillot, comandante del Comando Norte de Estados Unidos, quien se reunió con el general Ricardo Trevilla Trejo, titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena). Este encuentro, enmarcado en la Mesa Redonda de Cooperación Bilateral Militar (BMCR) vigente desde 2016, busca alinear las estrategias de capacitación y adiestramiento para 2026.

El embajador Johnson destacó que esta reunión refleja la dirección marcada por la presidenta Claudia Sheinbaum y el mandatario Donald Trump, orientada a una “cooperación real, mayor preparación conjunta y una misión compartida para mantener seguras a nuestras dos naciones”. En contraste con la narrativa oficial de cooperación, los periodistas Ricardo Ravelo y José Luis Montenegro presentaron el libro “La Cuarta Transformación del Crimen Organizado”, donde argumentan que los cárteles han evolucionado hasta integrarse al poder político, configurando un “narcoestado”. Según los autores, esta consolidación ocurrió durante el actual sexenio, en el que la política de “abrazos, no balazos” es vista como un encubrimiento institucional. Sostienen que en estados como Sinaloa y Michoacán, el crimen organizado ha logrado gobernar, apoderándose de dependencias públicas y financiando campañas electorales.