Más allá del sabor: Los riesgos ocultos del alto consumo de embutidos en México



El Laboratorio de Datos contra la Obesidad (LabDo) ha emitido una advertencia sobre el impacto negativo que el consumo excesivo de carnes frías y embutidos tiene en la salud de la población mexicana. Productos como jamón, salchicha, salami, chorizo y longaniza, presentes de manera habitual en la dieta, están vinculados con un aumento en los niveles de colesterol, problemas cardiovasculares, sobrepeso, obesidad, retención de líquidos y daños en órganos como el páncreas y el hígado. Además, su ingesta frecuente incrementa el riesgo de desarrollar algunos tipos de cáncer.
Las cifras respaldan esta preocupación.
Según estimaciones del Consejo Mexicano de la Carne (Comecarne), en México se consumen 1.2 millones de toneladas de estos productos anualmente, lo que equivale a un promedio de ocho kilos por persona. Se calcula que las familias mexicanas compran aproximadamente medio kilo de embutidos por semana, lo que representa el 22 % de su gasto en alimentos y el 16 % del volumen total de carnes que adquieren. Estos datos demuestran que los embutidos son una parte fundamental y cotidiana de la alimentación en el país, especialmente en hogares de ingresos bajos y medios. Frente a este panorama, los expertos recomiendan moderación en lugar de prohibición.
Un informe de Lancet Planetary Health, citado por LabDo, sugiere que reducir el consumo de poco más de dos porciones a 1.4 porciones por semana sería suficiente para disminuir la incidencia de dichas enfermedades. La clave, según los especialistas, es limitar su presencia en la dieta semanal y optar por productos de mejor calidad, privilegiando alternativas menos procesadas.
El mercado nacional de embutidos está dominado principalmente por las salchichas y los jamones, que constituyen el 50 % y el 38 % del volumen total, respectivamente. Generalmente, estos productos se elaboran a partir de recortes de cerdo, mezclas de tocino, pollo y pavo, a los que se añaden condimentos, conservantes, agentes de curado, azúcares y colorantes.
Esta composición, a menudo alta en grasas saturadas y sal, es la que contribuye a los riesgos para la salud si se consumen sin control.



