Identidad y Riesgo en los Alpes: La Reconstrucción de Blatten Tras la Furia del Glaciar



En mayo, el pueblo suizo de Blatten, hogar de 300 personas en el valle de Lötschental, fue sepultado por una avalancha de rocas, hielo y agua tras el colapso del glaciar Birch. El desastre, que ocurrió en medio minuto, fue el resultado directo del cambio climático, ya que Suiza se ha calentado al doble del promedio mundial, acelerando el derretimiento de glaciares y permafrost.
Gracias a una evacuación oportuna, solo se registró una víctima mortal, pero la destrucción material fue total, incluyendo casas, granjas, hoteles y edificios históricos.
Inmediatamente después de la catástrofe, las autoridades cantonales y los residentes decidieron unánimemente reconstruir el pueblo en el mismo valle, una determinación arraigada en la identidad suiza y su conexión con la vida alpina. El plan de reconstrucción, a realizarse en cinco años, tiene un costo estimado de más de 100 millones de dólares para los contribuyentes y 400 millones adicionales de los seguros. Franziska Biner, jefa del departamento de finanzas del cantón de Valais, afirmó que abandonar todos los lugares peligrosos equivaldría a abandonar el cantón entero.
El calentamiento global ha afectado dramáticamente a los Alpes.
Los glaciares suizos perdieron más del 40% de su volumen entre 1980 y 2016, y un 10% adicional solo entre 2022 y 2023. Este fenómeno no solo aumenta el riesgo de desastres naturales como el de Blatten, sino que también afecta la economía turística al reducir los días de nieve. En el cantón de Valais, 80 glaciares se consideran potencialmente peligrosos. A pesar del firme compromiso de reconstrucción, el futuro es incierto.
Los expertos aún no determinan un sitio seguro para el nuevo Blatten, ya que el glaciar restante sigue siendo inestable.
Los residentes desplazados enfrentan traumas emocionales y dificultades económicas.
Aunque la mayoría, como el agricultor Daniel Ritler, se niega a abandonar el valle porque “nuestro corazón está aquí”, algunos consideran irse de las montañas, abriendo un debate sobre la viabilidad de reconstruir en zonas cada vez más vulnerables.









