El Doble Legado de Lenny Wilkens: Adiós a un Gigante del Baloncesto como Jugador y Entrenador



El mundo del baloncesto lamenta la pérdida de Lenny Wilkens, quien falleció a los 88 años, según confirmaron su familia y la NBA. Wilkens es una de las cinco únicas personas en la historia en ser incluidas en el Salón de la Fama del Baloncesto Naismith como jugador y como entrenador, un testimonio de su impacto multifacético en el deporte. El comisionado de la NBA, Adam Silver, lo describió como "lo mejor de la NBA" y uno de sus embajadores más respetados, destacando su nombramiento entre los 75 mejores jugadores y los 15 mejores entrenadores de todos los tiempos de la liga. Como jugador, Wilkens tuvo una distinguida carrera de 15 años, en la que se destacó como una base elegante. Fue seleccionado para nueve Juegos de Estrellas y lideró la liga en asistencias en dos ocasiones.
Su transición a la dirección técnica comenzó mientras aún era jugador, sirviendo como jugador-entrenador para los Seattle SuperSonics y los Portland Trail Blazers. Su carrera como entrenador a tiempo completo, que se extendió desde 1969 hasta 2005, es una de las más laureadas en la historia de la liga. El mayor logro de Wilkens fue llevar a los Seattle SuperSonics a su único campeonato de la NBA en 1979. A lo largo de su trayectoria, dirigió a equipos como los Trail Blazers, Cleveland Cavaliers, Atlanta Hawks, Toronto Raptors y New York Knicks. Ostenta el récord de la NBA de más partidos dirigidos con 2,487 y ocupa el tercer lugar en la lista de victorias de todos los tiempos con 1,332, solo detrás de Gregg Popovich y Don Nelson. Además, fue nombrado Entrenador del Año en la temporada 1993-94 y dirigió en cuatro Juegos de Estrellas. El legado de Wilkens también se extiende al ámbito internacional, donde fue entrenador asistente del equipo olímpico de Estados Unidos en Barcelona 1992 y guio al equipo como entrenador principal a la medalla de oro en los Juegos de Atlanta 1996.
Figuras como Steve Kerr, quien jugó para él en Cleveland, lo recordaron por su "gran dignidad" y su "liderazgo excepcional", cualidades que definieron tanto su carrera como su persona.











