Sin embargo, la sentencia impone una medida significativa: Google deberá compartir parte de sus datos de búsqueda con competidores como DuckDuckGo y Bing, además de prohibirle firmar acuerdos de exclusividad que consoliden su dominio. La decisión del juez Amit Mehta busca fomentar una competencia más justa en el mercado de búsquedas en línea sin recurrir a la desintegración de la empresa, una medida que calificó como “increíblemente complicada y muy arriesgada”. Este veredicto llega en un momento crucial, cuando la inteligencia artificial y los motores de búsqueda conversacionales como ChatGPT están redefiniendo la forma en que los usuarios acceden a la información. Aunque Google podrá mantener sus lucrativos contratos que lo establecen como el motor de búsqueda predeterminado en millones de dispositivos, la obligación de compartir datos podría nivelar el campo de juego para sus rivales. El Departamento de Justicia de EE.

UU. celebró la decisión como una “gran victoria”, aunque no logró todas las concesiones que buscaba. Por su parte, Google interpretó el fallo como un reconocimiento de la intensa competencia en el sector y anunció que apelará las conclusiones sobre su monopolio, lo que podría retrasar la aplicación de las medidas durante años. La sentencia es vista por analistas como relativamente favorable para Google, ya que protege sus principales fuentes de ingresos, pero establece un precedente importante en la regulación de las grandes tecnológicas.