Miles de usuarios de telefonía móvil en México experimentaron interrupciones masivas en los servicios de Telcel y AT&T durante la tarde del 3 de septiembre. Las fallas, que comenzaron alrededor de las 15:00 horas, afectaron principalmente a la Ciudad de México, el Estado de México, Guadalajara y Monterrey, dejando a los clientes sin señal para realizar llamadas, enviar mensajes o utilizar datos móviles. Según el portal de monitoreo Downdetector, se registró un pico de más de 15,000 reportes en pocos minutos, evidenciando la magnitud del problema. Telcel fue la operadora con el mayor número de afectaciones, con usuarios que denunciaron una pérdida total de la señal.
AT&T también presentó problemas significativos de conectividad.
Las quejas se multiplicaron en redes sociales, donde las personas compartieron su frustración por no poder comunicarse con familiares o realizar sus actividades laborales.
La dependencia de la conectividad móvil para la vida diaria quedó patente, con historias de trabajadores aislados y familias preocupadas. Ambas compañías respondieron a través de sus canales digitales; AT&T comunicó que estaban tomando “las medidas necesarias para restablecer la comunicación lo antes posible”, mientras que Telcel ofreció atención personalizada a través de mensajes privados.
Tras varias horas de intermitencia, los servicios comenzaron a restablecerse de forma progresiva. Aunque las causas específicas de la caída no fueron detalladas por las operadoras, este tipo de incidentes subraya la vulnerabilidad de la infraestructura de telecomunicaciones del país y la necesidad de contar con sistemas de respaldo más robustos.
En resumenUna caída generalizada en las redes de Telcel y AT&T afectó a las principales ciudades de México, interrumpiendo la comunicación de miles de personas durante varias horas. El incidente destaca la creciente dependencia de la sociedad en la infraestructura móvil y plantea interrogantes sobre su resiliencia.