A diferencia de los navegadores actuales que han añadido funciones de IA, Atlas está construido desde cero en torno a ella.

Su barra de direcciones no solo busca, sino que responde, sugiere, resume y propone acciones, funcionando como un agente inteligente que entiende la intención del usuario. Según los análisis, "Atlas no vive dentro del buscador, es el buscador", lo que representa un cambio fundamental en el paradigma de cómo interactuamos con internet, pasando de la búsqueda por palabras clave a un diálogo contextual. Actualmente, el navegador está disponible solo para macOS, pero su expansión planificada a Android lo convertirá en un rival directo para Chrome en su propio ecosistema.

Este movimiento tiene el potencial de alterar el modelo de negocio de Google, que depende en gran medida de la publicidad en las búsquedas. Atlas, por ahora, no tiene anuncios, basando su modelo en suscripciones, aunque OpenAI no descarta monetizar con "interacciones comerciales" en el futuro.

Sin embargo, la innovación también introduce nuevos riesgos.

Recientemente, se descubrió una vulnerabilidad de "inyección de portapapeles" en Atlas, donde instrucciones maliciosas ocultas en una página web pueden hacer que la IA copie enlaces de phishing al portapapeles del usuario sin su conocimiento, exponiendo sus credenciales.