Aunque el precio final no ha sido definido, se espera que sea similar al de un PC de gama comparable, rondando los 800 dólares, posicionándose como una alternativa potente y versátil en el mercado de consolas domésticas.
Valve Desafía a las Consolas Tradicionales con la Nueva Steam Machine
Valve ha anunciado oficialmente el resurgimiento de la Steam Machine, una consola de sobremesa diseñada para llevar la potencia del PC gaming a la sala de estar. Con un lanzamiento previsto para principios de 2026, este dispositivo busca competir directamente con PlayStation y Xbox, aprendiendo de los errores de su fallido intento anterior hace más de una década. A diferencia de la primera generación, que dependía de múltiples fabricantes externos, esta nueva versión es un dispositivo totalmente diseñado, fabricado y controlado por Valve, asegurando una integración perfecta entre hardware y software. La consola promete un rendimiento significativamente superior al de la Steam Deck, con la capacidad de ejecutar juegos en resolución 4K a 60 fotogramas por segundo, utilizando la tecnología de reescalado FSR de AMD. En su interior, cuenta con una CPU AMD Zen 4 de 6 núcleos, una GPU RDNA 3 semipersonalizada y 16 GB de memoria RAM DDR5. Su diseño es un cubo compacto de aproximadamente 16 cm, con un sistema de refrigeración avanzado que promete un funcionamiento silencioso. El sistema operativo será SteamOS, optimizado para una experiencia de “un solo clic” similar a la de una consola tradicional, con funciones como suspensión y reanudación rápidas. Junto con la consola, Valve lanzará un nuevo Steam Controller con joysticks magnéticos TMR para reducir el 'drift' y trackpads hápticos.



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Hoy en día, el nombre de Sam Altman ya suena en la misma liga que los de Steve Jobs, Tim Cook, Elon Musk o Mark Zuckerberg. Es, sin duda, una de las personas más influyentes del momento en el mundo de la tecnología. Lo que mucha gente no sabe es que la conexión de Sam Altman con Apple viene de muy lejos, de mucho antes de que ChatGPT existiera. Y es que, con apenas 23 años, un jovencísimo Sam ya compartió escenario con Steve Jobs en una keynote de Apple. Poca broma. Lo más curioso es que, ahora, el destino ha querido que ese mismo Sam Altman esté colaborando con Jony Ive, el legendario diseñador de Jobs, para crear el próximo gran dispositivo de IA. Como son las cosas... Para entender cómo hemos llegado hasta aquí, tenemos que rebobinar hasta esa WWDC de 2008. La red social que quería que supieras dónde estaban tus amigos En 2008, Apple estaba a punto de lanzar algo que lo cambiaría todo: la App Store. Para mostrar su potencial, Steve Jobs invitó a unos pocos desarrolladores a enseñar sus apps. Y allí, entre ellos, apareció un Sam Altman que no se dedicaba a la inteligencia artificial, sino a algo muy distinto: su primer gran proyecto se llamaba Loopt. ¿Y qué era Loopt? Pues una app social muy adelantada a su tiempo. Su idea era permitirte compartir tu ubicación para ver qué amigos tenías cerca. Sí, eso que ha incorporado Instagram hace muy poco. Hoy nos parece obvio, pero en un mundo pre-Instagram y sin geolocalización masiva, era revolucionario. Subir a ese escenario delante de Jobs era el mejor escaparate del mundo, y Altman supo aprovecharlo. Su estilo también llamó la atención: un polo rosa pero con doble cuello en color verde. Un look curioso y juvenil, muy alejado de los colores neutros que ha adoptado en los últimos años. Un "fracaso" que se convirtió en su mejor máster¿Y qué pasó con Loopt? ¿Se convirtió en un nuevo Facebook? La respuesta es no. A pesar de ser una idea pionera y de cerrar acuerdos importantes con operadoras como Sprint, la aplicación nunca consiguió una adopción masiva por parte de los usuarios. Pero que Loopt no fuera un pelotazo fue, probablemente, lo mejor que le pudo pasar a Altman. Lejos de ser un fracaso, fue un máster acelerado y pagado. Para empezar, esa presentación lo puso en el radar de todo Silicon Valley. Además, consolidó su relación con Y Combinator (una aceleradora de startups), hasta el punto de que años más tarde lo nombrarían su presidente. Y, por si fuera poco, la aventura terminó en 2012, cuando la empresa fue adquirida por Green Dot por 43 millones de dólares. Un "fracaso" que se vende por esa cifra no es un fracaso: es un negocio redondo para seguir avanzando. Esa experiencia fue para Altman lo que el experimento de CompUSA fue para Jobs: una lección impagable. Aprendió sobre el terreno cómo se mueve el dinero, cómo se construye un producto desde cero y, sobre todo, cómo se vende una visión de futuro. La WWDC de 2008 fue el pistoletazo de salida. El resto, como se suele decir, ya lo conocemos. Años después llegaría la creación de OpenAI y la explosión de la IA que nos ha traído hasta hoy. Pero es imposible entender al Sam Altman actual sin recordar a ese chaval de 23 años que, sin asustarse ante una leyenda como Steve Jobs, se atrevió a presentar su primera gran idea. Quién le iba a decir a ese joven que, casi dos décadas después, volvería a pisar el escenario de una WWDC, pero esta vez junto a Tim Cook, para anunciar la histórica asociación de OpenAI con Apple Intelligence. Quizás ahora sí, presentando el que será el gran proyecto de su vida. En Applesfera | Los 11 libros que enseñaron a Steve Jobs a liderar y convertir a Apple en la empresa que es hoy En Applesfera | Nuevo iPhone plegable - Todo lo que creemos saber sobre él - La noticia Mucho antes de ChatGPT, Steve Jobs ya 'fichó' al joven Sam Altman en una keynote de Apple fue publicada originalmente en Applesfera por Guille Lomener .

La leche real sin vacas es una de las innovaciones más transformadoras de nuestra era. Une ciencia, salud, ética y sostenibilidad con una pregunta esencial: ¿cómo alimentamos a un planeta en crecimiento sin seguir dañando la tierra que compartimos? Israel ha dado una respuesta poderosa al producir leche auténtica al 3% mediante fermentación de precisión, sin ganado, sin emisiones y con un impacto ambiental mucho menor. Esto responde a una pregunta fundamental: ¿cómo alimentar a un planeta en crecimiento sin seguir dañando la tierra que compartimos? La base científica está en la beta-lactoglobulina, la proteína clave del suero lácteo. Investigadores israelíes toman la instrucción genética que permite producirla y la integran en microorganismos que, dentro de biorreactores sellados, generan esa proteína con absoluta fidelidad. Luego se mezcla con agua, minerales y nutrientes para obtener leche real. No es vegetal ni sustituto: es leche auténtica con el mismo sabor, textura, espuma y capacidad de convertirse en quesos y yogures. El impacto ambiental es enorme. La ganadería genera metano, un gas que calienta la atmósfera mucho más que el CO2, además de toneladas de estiércol que contaminan suelos y ríos. Para producir un litro de leche tradicional se requieren grandes cantidades de agua y tierra. Con la leche sin vacas, todo eso desaparece: no hay metano, no hay deforestación y no hay residuos tóxicos. Israel demuestra que es posible producir más y contaminar menos. Este avance también ayudará a combatir la desnutrición. Al no depender de clima, pasto o ganado, cualquier país podrá producir leche real de forma constante. La composición puede enriquecerse con vitaminas y minerales, reduciendo grasas saturadas y creando fórmulas especiales para poblaciones vulnerables. Además, será más barata: sin alimento para ganado, sin veterinaria, sin grandes terrenos y con menor consumo de agua y energía, los costos disminuirán conforme escale la producción. La leche sin vacas también puede fabricarse en polvo. La proteína, al ser idéntica a la de la leche tradicional, permite deshidratar, almacenar y transportar el producto con gran eficiencia. Esto abre la puerta a programas de nutrición masiva, apoyo humanitario y reservas estratégicas para comunidades rurales y regiones de bajos recursos. Otro punto clave es la velocidad con la que esta tecnología podrá escalarse. Israel ya utiliza biorreactores de gran capacidad en su industria biotecnológica. Las empresas del país operan tanques de miles de litros y están preparadas para multiplicar rápidamente la producción. Los tiempos son claros: expansión comercial en dos años y producción masiva entre cinco y siete. En menos de una década, esta leche formará parte del consumo cotidiano global gracias al liderazgo israelí. Además, esta innovación redefine la economía alimentaria. Al reducir costos de producción, transporte y almacenamiento, permitirá que millones de familias accedan a leche real sin sacrificar calidad. Los gobiernos podrán fortalecer programas de nutrición escolar con mayor alcance y mejores resultados. Las comunidades rurales tendrán la posibilidad de producir localmente sin depender de cadenas frías ni intermediarios, creando autonomía, empleos y estabilidad. La infraestructura necesaria puede instalarse en zonas áridas, ciudades densas o regiones con estrés hídrico, fortaleciendo la resiliencia alimentaria. Israel ha demostrado que la biotecnología puede convertirse en una herramienta de bienestar. Este avance impulsa nuevas industrias, fomenta el desarrollo económico y fortalece la capacidad del país para compartir conocimiento. Con cada litro producido sin vacas se ahorra agua, se reduce contaminación y se evita presión sobre los ecosistemas. Es un recordatorio de que el progreso nace de la responsabilidad, la creatividad y la voluntad de construir soluciones para todos. La leche sin vacas simboliza una nueva etapa: una en la que la ciencia protege, alimenta y transforma. Es una invitación a mirar hacia el futuro con esperanza y determinación, convencidos de que la innovación puede ser un puente entre lo posible y lo necesario. Hacer el bien, haciéndolo bien. Columnista: Luis Wertman ZaslavImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0

Por Lee Jong-WhaCatedrático de Economía de la Universidad de Corea SEÚL.– Dos décadas después de que la globalización impulsara un auge económico mundial, el crecimiento ha pasado a una senda más moderada, en la que es probable que permanezca en un futuro previsible. Más allá del impacto inmediato de la fragmentación de los lazos comerciales y de inversión, resultado de las crecientes tensiones geopolíticas, en particular entre EU y China, existen vientos en contra estructurales, como el envejecimiento de la población, el estancamiento de la productividad y los crecientes costes de la desigualdad y los desastres naturales. Estos retos afectan de lleno al modelo de crecimiento de Asia. La fragmentación no sólo está haciendo que el motor del crecimiento asiático orientado a la exportación se tambalee, sino que el rápido envejecimiento de la población está reduciendo la oferta de mano de obra y agravando las presiones fiscales en toda la región. La proporción de personas mayores de 65 años en Asia casi se duplicará a mediados de siglo, pasando del 9.8% en 2023 a 18.6% en 2050. Japón y Corea del Sur son ya sociedades “superenvejecidas”, con más de 20% de la población de 65 años o más, y la población de China ha empezado a disminuir. India y algunas economías del sudeste asiático aún disfrutan de un dividendo demográfico, pero esa ventana se está cerrando rápidamente. Pero la demografía no tiene por qué ser el destino. Utilizando las nuevas tecnologías digitales –y, en particular, la IA– Asia puede vigorizar el crecimiento de la productividad, aliviar la escasez de mano de obra y prolongar la vida laboral de las personas. Al fin y al cabo, al igual que la electricidad e internet, la IA es una tecnología de uso general con potencial para transformar la producción, los servicios y la innovación. Pero, aunque los primeros datos indican que la IA puede mejorar la productividad de los trabajadores, permitir la automatización de una gama cada vez mayor de tareas y estimular la creación de nuevos productos y servicios, el impacto macroeconómico más amplio de la tecnología sigue siendo incierto. Algunos análisis sugieren que la IA podría aumentar el crecimiento de la productividad mundial entre 0.8 y 1.3 puntos porcentuales anuales durante la próxima década, mientras que otros ofrecen estimaciones más conservadoras. Además, es probable que, al principio, los beneficios de la IA se concentren en unas pocas empresas y sectores punteros. Las ganancias de productividad más amplias suelen tardar en aparecer, y la productividad podría incluso disminuir a corto plazo, ya que las empresas soportan los altos costes de adopción, formación e integración. Como en anteriores revoluciones tecnológicas, el impacto de la IA dependerá de la capacidad de los países para absorberla y aplicarla eficazmente. Por ahora, esta capacidad varía mucho en Asia. Según el Índice de Preparación para la IA del FMI, las economías avanzadas, como Australia, Japón y Singapur, se sitúan por encima de sus homólogas en otros lugares, basándose en indicadores como la infraestructura digital, la integración económica, la regulación y las políticas del mercado laboral. Las grandes economías emergentes de la región, como China, India e Indonesia, también obtienen mejores resultados que sus homólogas. Pero las economías de renta baja, como Bangladesh y Camboya, van a la zaga. Dada la velocidad y la escala de la transición que se avecina todas las economías asiáticas deberían trabajar para reforzar su capacidad de aprovechar la IA. Para entender lo que hay que hacer, hay que volver a las investigaciones de Philippe Aghion, Peter Howitt y Joel Mokyr, galardonadas con el Premio Nobel. Aghion y Howitt formalizaron la idea de destrucción creativa de Joseph Schumpeter, mientras que Mokyr, basándose en la historia, descubrió que el progreso duradero también requiere apertura a nuevas ideas y un compromiso con la investigación científica. Juntos, demuestran que la prosperidad sostenida depende de un progreso tecnológico continuo, respaldado por una cultura y un marco institucional propicios. Para los países asiáticos, la lección es doble. En primer lugar, deben fomentar las habilidades que la gente necesita para hacer uso de la IA. La inversión en alfabetización digital y educación STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) puede ayudar a preparar a las personas para la transformación que se avecina, mientras que los programas de aprendizaje permanente y reciclaje pueden facilitar el ajuste para los que ya forman parte de la población activa. Dado que la IA permite la automatización de una gama cada vez mayor de tareas rutinarias y complejas, es esencial contar con competencias técnicas, digitales y sociales complementarias. Estos programas deben ser ampliamente accesibles y complementarse con sistemas de protección social reforzados y reformas estructurales que reduzcan el dualismo del mercado laboral, garantizando así la disponibilidad de empleos buenos y seguros. De lo contrario, la polarización del empleo y las disparidades de ingresos podrían aumentar y el crecimiento se volvería más desequilibrado y menos resistente. Además de fomentar las habilidades que la gente necesita para hacer uso de la IA, los gobiernos asiáticos deben posibilitar que apliquen esas habilidades de forma creativa. Esto significa invertir en investigación y desarrollo, construir infraestructuras digitales fiables y ampliamente accesibles y sistemas de datos seguros, y diseñar marcos normativos que garanticen un uso ético de la IA. La competencia abierta, la colaboración transfronteriza en la investigación y un mayor acceso a la financiación para las nuevas empresas pueden garantizar que la innovación no se limite a unas pocas empresas o países. Esta inclusión es vital. Es mucho lo que está en juego. Si la adopción de la IA se limita a unas pocas economías o sectores fronterizos, las brechas tecnológicas aumentarán, con consecuencias económicas, sociales y políticas de gran alcance. Pero si Asia aprovecha eficazmente la creatividad humana y las herramientas de la IA, podrá construir economías resistentes, innovadoras e integradoras, capaces de superar los retos actuales y desbloquear nuevas fuentes de crecimiento. Project Syndicate, 2025. Columnista: Opinión del experto nacionalImágen Portada: Imágen Principal: Send to NewsML Feed: 0

