Apple ha reconocido el problema, calificándolo como un efecto temporal mientras el sistema se optimiza en segundo plano.
Inmediatamente después de la disponibilidad de la actualización, las redes sociales se llenaron de quejas de usuarios furiosos, algunos de los cuales afirmaban que su batería perdía hasta un 20% en menos de una hora y que sus teléfonos se calentaban de forma anormal, incluso sin estar en uso. En respuesta, Apple publicó un documento de soporte oficial confirmando que este comportamiento es esperado y temporal.
La compañía explicó que, tras una actualización mayor, el iPhone realiza tareas intensivas en segundo plano, como la reindexación de todos los datos para la búsqueda de Spotlight, el análisis de la fototeca para el reconocimiento de rostros y objetos, y la recalibración general del sistema.
Este proceso puede durar entre 24 y 48 horas.
A pesar de la explicación oficial, la percepción negativa ha generado un debate sobre la calidad de los lanzamientos de software de Apple. Además del problema de la batería, algunos usuarios han criticado decisiones de diseño, como un nuevo modo de reloj en rojo descrito como "aterrador" y la interfaz "Liquid Glass", calificada por algunos como "horrenda" y "mareante".