Apple ha decidido volver a utilizar aluminio en el chasis de sus modelos iPhone 17 Pro y Pro Max, abandonando el titanio de las generaciones anteriores. Esta decisión de ingeniería, lejos de ser un paso atrás, ha demostrado ser un avance crucial para solucionar los problemas de sobrecalentamiento que afectaban a sus predecesores. El cambio de material responde a una necesidad fundamental: la disipación de calor. El titanio, aunque ligero y resistente, tiene una baja conductividad térmica, lo que provocaba que el calor generado por el procesador quedara atrapado dentro del dispositivo.
En contraste, el aluminio es un conductor térmico excepcional.
Una comparativa con imágenes térmicas reveló que el nuevo iPhone 17 Pro Max opera a 33.3 °C bajo carga, casi 10 grados menos que los 43.1 °C del iPhone 16 Pro Max de titanio. Este nuevo chasis de aluminio unibody trabaja en conjunto con una cámara de vapor interna, que extrae el calor del potente chip A19 Pro y lo distribuye por toda la superficie para una disipación rápida y uniforme. Incluso el iPhone 17 estándar, que también es de aluminio pero carece de cámara de vapor, se mantiene a una temperatura similarmente baja (35.3 °C), lo que confirma la eficacia del material por sí solo. Aunque el uso de titanio en los iPhone 15 y 16 Pro fue un paso necesario para reducir el peso del acero inoxidable, esta nueva arquitectura demuestra que Apple ha encontrado una solución más equilibrada entre peso, resistencia y, crucialmente, rendimiento térmico sostenido.
En resumenLa reincorporación del aluminio en el diseño del iPhone 17 Pro es una decisión estratégica que mejora drásticamente la gestión térmica del dispositivo. Al facilitar una disipación de calor mucho más eficiente, Apple garantiza un rendimiento sostenido superior y soluciona uno de los puntos débiles de las generaciones anteriores, demostrando que la elección de materiales es clave para el funcionamiento óptimo del hardware.