El lanzamiento de los nuevos iPhone 17 Pro y Air se vio empañado por una controversia rápidamente bautizada como “scratchgate” en redes sociales. Múltiples reportes desde tiendas Apple en ciudades como Nueva York, Londres y Shanghái, así como de los primeros compradores, mostraron que los modelos de colores oscuros, especialmente el azul profundo y el naranja cósmico, presentaban arañazos visibles en su chasis de aluminio tras muy poco tiempo de uso. Esta polémica ha generado un intenso debate sobre la decisión de Apple de volver al aluminio para el cuerpo unibody de sus modelos Pro, abandonando el titanio utilizado en las generaciones 15 y 16. La justificación de ingeniería detrás de este cambio es la mejora en la gestión térmica; el aluminio tiene una conductividad térmica 20 veces superior a la del titanio, lo que es crucial para disipar el calor generado por el chip A19 Pro y el nuevo sistema de cámara de vapor.
Pruebas térmicas han demostrado que los nuevos modelos operan a temperaturas hasta 10 grados Celsius más bajas que sus predecesores.
Sin embargo, este beneficio técnico tiene un costo estético, ya que el aluminio es un material más blando y propenso a rayarse.
Algunos análisis sugieren que muchas de las marcas circulares vistas en las unidades de exhibición no son arañazos en el cristal, sino residuos de goma de los cargadores MagSafe de las tiendas. No obstante, la vulnerabilidad del chasis de aluminio a los arañazos es un hecho, lo que ha llevado a muchos usuarios a devolver sus dispositivos y ha generado advertencias sobre la necesidad de usar una funda protectora desde el primer día.
En resumenEl 'scratchgate' del iPhone 17 Pro evidencia un compromiso de diseño por parte de Apple, donde se priorizó el rendimiento térmico sobre la durabilidad cosmética al cambiar el titanio por aluminio. Aunque el cambio mejora significativamente la disipación de calor, ha dejado a los nuevos modelos más susceptibles a arañazos, generando descontento entre los primeros usuarios.