Sin embargo, el debut se vio empañado por una controversia sobre la aparente facilidad con la que los nuevos dispositivos se rayan, un fenómeno que los usuarios han denominado “scratchgate”.
El lanzamiento del iPhone 17 Pro y Pro Max introdujo un rediseño importante, abandonando el titanio de generaciones anteriores para volver a un chasis de aluminio unibody. Esta decisión, según análisis técnicos, responde a la necesidad de mejorar la disipación de calor, especialmente con la inclusión de una nueva cámara de vapor interna que permite al chip A19 Pro mantener un rendimiento sostenido sin sobrecalentarse. A pesar de esta ventaja técnica, la controversia surgió rápidamente. Usuarios y reporteros en tiendas de Nueva York, Hong Kong y Londres notaron que los modelos de exhibición, particularmente los de colores oscuros como el azul, presentaban arañazos visibles en el módulo de la cámara y marcas circulares en la parte trasera de cristal. Apple abordó oficialmente la polémica, explicando que las marcas en el cristal no son arañazos, sino una “transferencia de material” superficial proveniente de los soportes MagSafe metálicos y desgastados de sus tiendas, la cual se puede limpiar. En cuanto a los bordes de aluminio del módulo de la cámara, la compañía los calificó como “desgaste normal” esperado en este material. A pesar del debate, la demanda inicial del iPhone 17 ha sido excepcionalmente alta, superando las expectativas y obligando a Apple a pedir a sus proveedores un aumento en la producción diaria de entre un 30% y un 40% para satisfacer el interés de los consumidores.