Las quejas, viralizadas en redes sociales, apuntan a marcas superficiales en la parte trasera de cristal y en los bordes del módulo de la cámara, especialmente en los acabados de color oscuro como el azul. Frente a la avalancha de críticas, Apple emitió una respuesta oficial en la que atribuye el problema no a un defecto de durabilidad, sino a una "transferencia de material" proveniente de cargadores y soportes MagSafe antiguos o desgastados. La compañía defiende la resistencia de sus materiales, destacando el uso de la cubierta Ceramic Shield 2, una aleación de aluminio de grado aeroespacial y un proceso de anodizado que, según afirman, supera los estándares de la industria y es comparable al de los MacBooks.

Sin embargo, la propia Apple admite que "con el tiempo puede presentar pequeñas abrasiones propias del uso y desgaste normal".

Para mitigar el problema y controlar los daños a su imagen de marca premium, la empresa ha tomado medidas en sus tiendas oficiales. Se han instalado anillos de silicona en los soportes de exhibición MagSafe para evitar el contacto directo con los teléfonos y se ha instruido al personal para limpiar los dispositivos con mayor frecuencia.

Apple aclara que esta limpieza solo elimina las marcas superficiales por transferencia de material, pero no puede solucionar los arañazos profundos. La controversia pone en tela de juicio la promesa de durabilidad de un dispositivo de alta gama, generando un debate sobre si las métricas de resistencia de laboratorio se corresponden con la experiencia del uso diario.