Según su creador, Joshua Aaron, la aplicación garantizaba el anonimato al no almacenar datos personales, lo que hacía imposible rastrear los informes. En los 30 días previos a su eliminación, la aplicación había sido descargada 90,000 veces y contaba, según Aaron, con 1.1 millones de usuarios. En un comunicado, Aaron afirmó que la eliminación se debía a la “presión de la administración Trump” y declaró su intención de apelar la decisión, sosteniendo que ceder “ante un régimen autoritario nunca es la elección correcta”. Por su parte, Apple justificó su acción en un comunicado, declarando: “Basándonos en la información que hemos recibido de las fuerzas del orden sobre los riesgos de seguridad asociados con ICEBlock, la hemos eliminado, junto con aplicaciones similares, de la App Store”. La fiscal Bondi argumentó que “la violencia contra las fuerzas del orden es una línea roja intolerable que no se puede cruzar”. Este incidente no es el primero en el que Apple retira una aplicación tras presiones gubernamentales.

En 2019, la compañía eliminó HKmap.live, utilizada por manifestantes prodemocracia en Hong Kong, después de recibir críticas de medios estatales chinos. Ambos casos ponen de relieve el complejo papel de Apple como moderador de su plataforma y el debate sobre los límites entre la libertad de expresión, la seguridad y la influencia política en el ecosistema digital.