Sin embargo, los desarrolladores se enfrentan a un problema fundamental: la IA no sabe cuándo callarse.

Lograr el equilibrio para que el asistente intervenga solo cuando es útil, sin ser intrusivo o hablar en bucles interminables, se ha convertido en el mayor desafío.

Fuentes cercanas al proyecto describen el objetivo como crear "un amigo que sea un ordenador", pero definir esa personalidad y sus límites de interacción es más complejo de lo previsto. A esto se suman otros obstáculos, como la falta de infraestructura de computación suficiente por parte de OpenAI para soportar un nuevo dispositivo de IA a gran escala y las preocupaciones sobre la privacidad de un aparato que estaría siempre escuchando y observando. Aunque el diseño del hardware, a cargo de Ive, ya estaría listo, el éxito del proyecto dependerá de resolver estos complejos problemas de software.