El principal reto técnico para Apple reside en cómo integrar este segundo sensor en la distintiva “meseta” horizontal trasera del dispositivo, un diseño implementado para maximizar el espacio interno para la batería. Para lograrlo sin comprometer la delgadez ni la autonomía del teléfono, Apple podría recurrir a la miniaturización de componentes, una tarea que podría facilitarse con el desarrollo del futuro chip A20 de dos nanómetros, que sería más pequeño y eficiente energéticamente. Aunque la fecha de lanzamiento exacta es incierta, se especula que podría presentarse junto a la línea del iPhone 18, consolidando la apuesta de Apple por una gama de dispositivos ligeros pero fotográficamente competentes.