El impacto más visible será en el sector automotriz.

Un análisis de Bloomberg estima que un vehículo como el BYD Dolphin Mini EV, que actualmente cuesta 338 mil pesos, podría aumentar su precio a cerca de 507 mil o 525 mil pesos. De manera similar, un Chirey Tiggo 2 Pro podría pasar de 329,900 a 495 mil pesos.

Aunque los fabricantes chinos podrían absorber parte del costo, el traslado al consumidor es inevitable y pondrá fin a la “guerra de precios” que ha beneficiado a los compradores. La Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA) ha sido enfática al señalar que “en la medida que se agoten los inventarios disponibles, se tendrían que ajustar los precios al público”. Además, advierten que la medida generará una “limitación en la competencia en el mercado interno y que el consumidor mexicano tenga menor oportunidad de elección”. La Cámara de Comercio y Tecnología México-China también alertó sobre un “impacto inflacionario sin precedentes” para los hogares mexicanos, especialmente en bienes de consumo como textiles y calzado.

El costo de los aranceles, según aclaró el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, no será absorbido por las compañías chinas, sino que será trasladado al consumidor final.