El sector automotriz en México enfrenta un entorno complejo debido a las políticas arancelarias de Estados Unidos, que están obligando a las armadoras a reconfigurar sus estrategias de producción y exportación. Empresas como General Motors, Ford, Volkswagen y Audi han tenido que absorber miles de millones de dólares en costos adicionales para evitar trasladar el impacto a los precios finales en el mercado estadounidense, aunque analistas advierten que esta medida no será sostenible a largo plazo. Un ejemplo concreto del impacto es la decisión de Hyundai de redirigir la producción de su modelo Tucson, ensamblado en Pesquería, Nuevo León, hacia Canadá para eludir los aranceles estadounidenses. Víctor Alemán, gerente de relaciones públicas de la planta, explicó que la colaboración para abastecer el mercado de EE. UU. "ya no" era viable tras la imposición de tarifas.
De manera similar, Volkswagen ha visto una caída del 20.9% en sus exportaciones a Estados Unidos entre enero y agosto de 2025, un retroceso atribuido a las "medidas trumpianas". Audi también enfrenta un arancel del 27.5% en Estados Unidos, lo que ha acelerado sus esfuerzos por incrementar el Valor de Contenido Regional en su planta de Puebla para cumplir con las normativas del T-MEC. La situación ha afectado a toda la cadena de valor; la Canacintra en Puebla reportó que el 50% de las empresas de autopartes en la entidad dejaron de exportar a EE.
UU. por no cumplir con los requisitos del tratado, lo que les impediría evitar los aranceles.
Esta presión comercial ha frenado inversiones y ha obligado a las compañías a buscar mercados alternativos mientras intentan adaptarse a las exigentes reglas de origen.
En resumenLas políticas arancelarias de Estados Unidos han forzado a la industria automotriz en México a una reestructuración profunda, absorbiendo costos, redirigiendo exportaciones y acelerando la integración regional para mantener la competitividad, aunque la incertidumbre persiste y amenaza la estabilidad del sector.