Por un lado, se argumenta que los aranceles nivelarían las condiciones de mercado, contrarrestando los subsidios del gobierno chino que, según algunos, permiten precios artificialmente bajos. Mario Hernández, socio de KPMG México, señaló que la medida busca proteger “al mercado nacional, a los empleos nacionales o a la manufactura en México”. Sin embargo, la medida podría tener consecuencias directas para los consumidores, quienes se benefician de los precios accesibles de los autos chinos, que ya representan el 57% de los vehículos ligeros importados en los primeros cinco meses de 2025. Expertos como Eugenio Grande, de la Electro Movilidad Asociación, advierten que restringir el acceso a estos vehículos “limitará la diversidad de modelos y rangos de precio, además de que encarecerá la transición a la electromovilidad”.

Consultoras como KPMG consideran que los aranceles deben ser una solución temporal. Héctor Romo, socio de la firma, afirmó que “no es la solución (los aranceles), es un aspecto temporal que tendría que resolverse en no más de 2 años”, mientras la industria local reconfigura sus cadenas de suministro para ser más competitiva. Por su parte, los fabricantes chinos podrían absorber parte del costo o acelerar sus planes de establecer ecosistemas de producción local para mantener su ventaja.