La situación ha forzado a las empresas a reconfigurar sus estrategias.

Hyundai, por ejemplo, decidió redirigir la producción de su modelo Tucson, que se ensamblaba de forma complementaria en Pesquería, Nuevo León, hacia Canadá para evitar los aranceles estadounidenses. Aunque esta medida mantiene el volumen de exportación de la planta mexicana, evidencia una alteración en las cadenas de suministro regionales. Fabricantes como Ford y General Motors han reportado que los aranceles les representarán costos adicionales de 3,000 y 5,000 millones de dólares respectivamente, los cuales, hasta ahora, han absorbido para no trasladarlos a los consumidores, aunque esta estrategia podría no ser sostenible a largo plazo.