Este caso ilustra los desafíos estructurales que las nuevas reglas comerciales norteamericanas imponen a la industria automotriz instalada en México.

El modelo Q5, ensamblado en la única planta de la marca en el continente americano, integra solamente un 63% de contenido regional, cifra inferior al mínimo del 75% exigido por el tratado para gozar de una tarifa preferencial. El gravamen se compone de un 25% por no alcanzar el Valor de Contenido Regional (VCR) y un 2.5% adicional correspondiente a la tarifa de nación más favorecida. Esta situación incrementa significativamente los costos de exportación y obliga a la compañía a reajustar su cadena de suministro para mantener la competitividad. Fernando Martínez, director de relaciones corporativas de Audi México, reconoció la dificultad del desafío: “En nuestra planta se ha hecho un esfuerzo para incrementar el contenido regional, pero alcanzar la cuota impuesta por el acuerdo comercial es el reto más importante que enfrentamos este año”. La situación de Audi sirve como un claro ejemplo para otras armadoras en el país, evidenciando la presión por localizar una mayor parte de la proveeduría, especialmente de componentes de alto valor, para evitar penalizaciones y asegurar el acceso al vital mercado estadounidense bajo las condiciones del T-MEC, cuya revisión está programada para 2026.