La administración de Donald Trump ha impuesto una nueva y elevada tarifa de 100,000 dólares a las solicitudes de visas H-1B para trabajadores extranjeros calificados. Esta medida ha generado conmoción y una profunda incertidumbre en los sectores tecnológico y financiero de Estados Unidos, afectando desproporcionadamente a las startups y provocando que las grandes empresas reconsideren sus estrategias de contratación global. La proclamación presidencial, que busca incentivar la contratación de talento local, establece que la tarifa se aplicará únicamente a las nuevas solicitudes a partir de la próxima lotería de visas, y no a las renovaciones.
Sin embargo, la confusión inicial y el elevado costo han provocado una reacción inmediata: gigantes tecnológicos como Microsoft, Amazon y Google han recomendado a sus empleados extranjeros evitar viajes internacionales para no quedar varados fuera del país.
El impacto económico podría ser masivo, con una factura anual estimada de 14 mil millones de dólares para las empresas estadounidenses. Los sectores más afectados son los de Wall Street y Silicon Valley, que dependen en gran medida de este programa para atraer ingenieros, científicos de datos y analistas. India, que representa más del 70% de los beneficiarios de estas visas, es el país más perjudicado. Expertos y empresarios advierten que la medida, lejos de proteger empleos locales, podría incentivar la deslocalización de puestos de trabajo a otros países y desalentar a estudiantes extranjeros a formarse en Estados Unidos, lo que a largo plazo podría desacelerar la productividad y la innovación.
En resumenLa nueva tarifa para las visas H-1B representa un cambio drástico en la política de inmigración calificada de Estados Unidos, con profundas implicaciones económicas. Lejos de proteger el empleo local, la medida podría incentivar la deslocalización de puestos de trabajo y frenar la innovación, especialmente en startups. La reacción de pánico en las grandes tecnológicas evidencia el caos y la incertidumbre que genera una política que amenaza con cerrar las puertas al talento global que ha sido un pilar del dinamismo económico estadounidense.