El gobierno de México ha implementado un endurecimiento de su política comercial mediante la imposición de aranceles de hasta el 50% sobre 1,463 fracciones arancelarias de productos provenientes de países asiáticos con los que no tiene acuerdos comerciales. Esta medida busca proteger a la industria nacional de lo que se percibe como competencia desleal, aunque genera preocupación por posibles represalias y el impacto en los precios al consumidor. El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha defendido la medida, asegurando que no está dirigida contra un país en específico, como China, y que no espera represalias.
“Estamos en comunicación con diversos países, China entre ellos, tenemos buena relación”, afirmó Ebrard.
La estrategia, enmarcada en el Plan México, pretende corregir desequilibrios comerciales y fortalecer sectores como el textil, calzado, automotriz y farmacéutico.
Sin embargo, la medida ha sido interpretada como una respuesta a las presiones de la administración Trump, que ha forzado a México a distanciarse comercialmente de China. La COPARMEX Metropolitano reconoció que los “incrementos arancelarios en países asiáticos han sido significativos”, lo que podría requerir ajustes en las cadenas de suministro. Expertos advierten que estos aranceles podrían traducirse en aumentos de precios de hasta un 80% en productos como electrodomésticos y textiles, afectando directamente a los consumidores mexicanos en los próximos seis a doce meses.
En resumenLa nueva política arancelaria de México hacia Asia representa un giro proteccionista para fortalecer la industria nacional y responder a presiones geopolíticas. Aunque el gobierno busca minimizar el riesgo de represalias, la medida podría generar un aumento considerable en los precios al consumidor y requerirá una cuidadosa gestión diplomática y comercial.