Gigantes como GSK, Eli Lilly, Johnson & Johnson, Roche, Novartis y Sanofi han anunciado inversiones masivas que suman decenas de miles de millones de dólares para construir nuevas plantas o ampliar las existentes en estados como Virginia, Carolina del Norte e Indiana.

El objetivo es claro: producir localmente para evitar el gravoso arancel.

Algunas compañías, como Roche y Sanofi, han indicado que gestionarán sus inventarios existentes en EE.

UU. para minimizar el impacto en 2025, calificándolo como un efecto de “muy corta duración”.

No obstante, la tendencia general es una reestructuración profunda de sus operaciones globales. Países con acuerdos comerciales favorables, como los de la Unión Europea, Reino Unido y Japón, podrían estar en una mejor posición, ya que sus convenios limitan los aranceles a tasas cercanas al 15%, pero la incertidumbre persiste para el resto del mundo, consolidando a Estados Unidos como el nuevo epicentro de la producción farmacéutica.