Este caso evidencia las estrictas reglas de origen del acuerdo comercial y los desafíos que enfrentan las armadoras para adaptar sus cadenas de suministro. El T-MEC exige que los vehículos ligeros integren un mínimo del 75% de contenido de América del Norte para poder exportarse sin aranceles entre los países socios. Sin embargo, la Audi Q5 ensamblada en México solo alcanza un 63% de contenido regional. Fernando Martínez, director de relaciones corporativas de Audi México, explicó que el gravamen se compone de un 25% por no cumplir con la regla de origen y un 2.5% adicional correspondiente a la tarifa de nación más favorecida. Esta situación representa un sobrecosto significativo para la operación de Audi en México, que desde su inauguración en 2016 se ha centrado en la producción de vehículos premium para exportación.
Martínez admitió que alcanzar la cuota exigida por el T-MEC es "el reto más importante que enfrentamos este año". El caso de Audi no es aislado y funciona como un termómetro para el resto de la industria automotriz, que se prepara para la revisión del tratado en 2026. Líderes empresariales de Ciudad Juárez y del AutoCluster de Chihuahua ya trabajan en propuestas para la renegociación, buscando reglas claras que no afecten la competitividad de la industria maquiladora, la cual depende en gran medida del acuerdo.