La principal preocupación radica en el posible incremento de los costos de producción, la pérdida de competitividad de las empresas mexicanas y el riesgo para la inversión extranjera, especialmente en sectores clave como el farmacéutico y el manufacturero, que dependen en gran medida de las exportaciones hacia el vecino del norte. Este esfuerzo diplomático se enmarca en la próxima revisión del T-MEC, donde México busca fortalecer su postura y asegurar que la integración regional no se vea debilitada por políticas proteccionistas unilaterales.