La decisión del presidente Donald Trump de imponer un arancel del 25% a la importación de camiones pesados en Estados Unidos ha generado un complejo escenario para la industria automotriz. Aunque la medida busca proteger a fabricantes estadounidenses, podría, paradójicamente, beneficiar a las plantas de producción establecidas en México gracias a las reglas del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC). La nueva tarifa, que entrará en vigor el 1 de octubre, deja una puerta abierta para las unidades producidas en México, siempre que cumplan con el contenido regional estipulado en el T-MEC. Actualmente, los camiones pesados deben tener al menos un 64% de origen norteamericano, porcentaje que aumentará al 70% en 2027.
Empresas como Daimler Truck (con plantas en Saltillo, García y Santiago Tianguistenco), Kenworth y otras ya producen modelos en territorio nacional que cumplen con estas reglas, lo que les permitiría exportar a Estados Unidos sin el nuevo arancel.
Esto posiciona a México como una plataforma de producción aún más estratégica.
Sin embargo, la industria automotriz en general enfrenta un entorno de incertidumbre. Expertos señalan que la volatilidad persistirá hasta la revisión del T-MEC en 2026, y que la industria padece de ineficiencias logísticas y burocráticas en las aduanas mexicanas que retrasan las operaciones. La Industria Nacional de Autopartes (INA) ha llamado a modernizar el programa IMMEX para facilitar las exportaciones y mantener la competitividad del sector.
En resumenEl nuevo arancel del 25% de EE. UU. a camiones pesados podría favorecer la producción en México, ya que las reglas del T-MEC exentarían a los vehículos que cumplan con el contenido regional. A pesar de esta ventaja potencial, la industria automotriz enfrenta incertidumbre generalizada de cara a la revisión del tratado en 2026 y a los desafíos logísticos internos.