Esta colaboración ha sido descrita como un “cierre de filas” para llegar bien preparados a la revisión del tratado. La industria automotriz, una de las más preocupadas por las reglas de origen y las amenazas arancelarias de Estados Unidos, ha sido particularmente activa. Rogelio Garza, presidente de la AMIA, enfatizó la necesidad de fortalecer la región de Norteamérica para competir con potencias como China, argumentando que no se debe “negociar desde cero, sino partir de que tenemos un tratado vigente que nos da ventajas”. Esta postura refleja un consenso en el sector privado sobre la importancia de mantener un libre comercio y evitar medidas proteccionistas que afecten la competitividad de las cadenas productivas ya integradas.