Las medidas proteccionistas no solo afectan las exportaciones de vehículos, sino que también amenazan con alterar las cadenas de suministro, frenar inversiones y limitar los aumentos salariales en el sector.

La política comercial de la administración Trump ha generado un entorno de alta incertidumbre que ya impacta a la economía mexicana. El restablecimiento de aranceles a productos mexicanos no cubiertos por el T-MEC, sumado a la amenaza de nuevos gravámenes, ha provocado una desaceleración en la industria automotriz. En septiembre, la producción de vehículos ligeros cayó un 6.1% y las exportaciones un 0.3%, un descenso atribuido en parte a la cautela de los mercados.

Empresas como General Motors y Volkswagen han recurrido a paros técnicos para ajustar su producción.

Este clima ha congelado entre 30 y 35 proyectos de inversión solo en Coahuila, según autoridades estatales.

Además del impacto en la producción, los aranceles tienen un efecto directo en los costos laborales. La consultora Aon pronostica que los incrementos salariales para 2026 serán más conservadores, estimando un alza de 6.3% para el sector automotriz, por debajo del 7% otorgado en 2025. Los expertos también advierten sobre el riesgo de disrupción en las cadenas de suministro si se aplican aranceles a productos de países sin tratado comercial, como China, que proveen insumos clave. La próxima revisión del T-MEC en 2026 añade otra capa de complejidad, con la posibilidad de un endurecimiento en las reglas de origen para limitar componentes asiáticos, lo que obligaría a las empresas a una relocalización de insumos que podría encarecer la producción y restar competitividad a la región.