Aunque el gobierno mexicano defiende la solidez del tratado trilateral, la postura de Washington añade presión a la revisión programada para 2026. En el marco de una reunión con el primer ministro canadiense, Trump afirmó que, aunque la renegociación del T-MEC es una opción, “podríamos tener acuerdos bilaterales que serían mejor por los países en lo individual”. Esta declaración fue interpretada como una amenaza velada a la estructura del pacto trilateral, generando preocupación en los sectores industriales más integrados de la región, como el automotriz y el aeroespacial. En respuesta, la presidenta Claudia Sheinbaum y el secretario de Economía, Marcelo Ebrard, minimizaron el riesgo de una ruptura, asegurando que el T-MEC “tiene fuerza de ley” en los tres países y que cualquier modificación requeriría una “revisión muy profunda” en los respectivos congresos.

Ebrard describió la relación trilateral como “un matrimonio difícil, pero ahí la llevamos”.

La incertidumbre se ve agravada por las declaraciones de Jamieson Greer, del USTR, quien afirmó que México no está cumpliendo al 100% con el tratado en áreas como energía y agricultura. A pesar de la retórica, empresarios del Foro Económico Mundial expresaron a Altagracia Gómez, asesora presidencial, que ven a México con grandes oportunidades de crecimiento, considerando que “la mesa está puesta para aprovechar esta oportunidad”.