La confrontación verbal escaló al punto que Trump declaró que “no hay razón” para reunirse con su homólogo chino, Xi Jinping, como estaba previsto. Sin embargo, fiel a su estilo volátil, durante el fin de semana moderó su tono, publicando que “todo irá bien” y que Estados Unidos “no quería dañar a China”.

El secretario del Tesoro, Scott Bessent, también contribuyó a calmar los mercados al afirmar que las dos partes habían “reducido considerablemente la tensión” y que la reunión presidencial seguía en pie. Esta oscilación en el discurso evidenció cómo la retórica política puede generar una volatilidad extrema, dejando a los mercados y a los socios comerciales, incluido México, en un estado de constante alerta ante la imprevisibilidad de las negociaciones.