La industria automotriz mexicana, pilar de las exportaciones nacionales, enfrenta una severa amenaza por la imposición de aranceles por parte de Estados Unidos. La incertidumbre generada por estas medidas proteccionistas está frenando la inversión, afectando los planes de contratación y poniendo en riesgo la competitividad de la región de América del Norte. El anuncio más preocupante es la aplicación de un arancel del 25% a los camiones pesados importados desde México, que entrará en vigor el 1 de noviembre. Según la Secretaría de Economía, esta medida podría generar pérdidas anuales de hasta 15,000 millones de dólares. La consultora S&P Global proyecta que los gravámenes podrían hundir la producción de estas unidades en un 20%. La dependencia del mercado estadounidense es crítica; por ejemplo, Freightliner exporta el 93% de su producción mexicana a dicho país. La incertidumbre ha permeado toda la cadena de valor.
Volkswagen argumentó que los aranceles podrían provocar una reducción de 50,000 unidades en su producción anual, lo que podría llevar a un despido masivo de más de mil trabajadores.
Este temor se extiende a las empresas proveedoras, donde ya se han registrado recortes de personal.
Un estudio de ManpowerGroup encontró que el 91% de los empleadores del sector automotor afirma que la incertidumbre comercial está afectando sus planes de contratación. Odracir Barquera, director de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), advirtió que “los vehículos de nueva tecnología probablemente se verán impactados y crecerán más lentamente de lo previsto” debido a estos costos. Por su parte, la Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (ANPACT) y la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores (AMDA) han expresado que cambiar el T-MEC por acuerdos bilaterales “no es deseable” y que la mejor solución es una mayor integración regional para competir globalmente.
En resumenLos aranceles de Estados Unidos, en particular el gravamen del 25% sobre camiones pesados, representan una amenaza significativa para la industria automotriz de México. Esto ha generado una amplia incertidumbre, resultando en posibles recortes de producción, congelación de contrataciones y una desaceleración de la inversión, lo que pone en peligro el crecimiento del sector y la estabilidad de la cadena de suministro norteamericana bajo el T-MEC.