La industria automotriz mexicana, pilar de las exportaciones del país, enfrenta una amenaza directa por la imposición de un arancel del 25% por parte de Estados Unidos a los camiones pesados fabricados en México, medida que entró en vigor el 1 de noviembre. Esta tarifa pone en riesgo exportaciones valoradas en hasta 15,000 millones de dólares anuales y genera una profunda incertidumbre en toda la cadena de valor. El impacto no se limita a las 13 plantas ensambladoras del país, sino que se extiende a toda la red de proveeduría, incluyendo acereras y fabricantes de autopartes. Odracir Barquera Salais, director general de la Asociación Mexicana de la Industria Automotriz (AMIA), advirtió que la industria ha absorbido estos costos, lo que frena su crecimiento y capacidad de inversión.
“El problema es que no estamos creciendo. Tuvimos un año histórico el año pasado y ahora no estamos creciendo”, lamentó.
Además de la amenaza a las exportaciones, existe la preocupación de que la medida desincentive la renovación de flotas en México. Con la dificultad para exportar, podría generarse una sobreoferta en el mercado local que, paradójicamente, encarecería los vehículos nuevos, llevando a los transportistas a optar por unidades usadas e incentivando el contrabando. La presidenta Claudia Sheinbaum ha comentado sobre el tema, señalando que México busca mantener un trato similar al de los vehículos ligeros dentro del T-MEC, donde el contenido estadounidense es descontado, y que se está avanzando en un acuerdo en este sentido.
En resumenLa imposición de un arancel del 25% por parte de EE. UU. a los camiones pesados mexicanos amenaza exportaciones clave y frena el crecimiento del sector automotriz. La industria advierte sobre el impacto en toda la cadena de suministro y el riesgo de encarecer los vehículos en el mercado nacional, mientras el gobierno mexicano negocia un trato preferencial similar al de los autos ligeros en el T-MEC.