La inminente revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en 2026 se ha posicionado como el telón de fondo de las actuales tensiones comerciales y arancelarias en la región. Mientras el gobierno mexicano proyecta confianza, el sector privado y analistas expresan preocupación por la postura de la administración de Donald Trump y la posibilidad de que se debilite el acuerdo trilateral en favor de negociaciones bilaterales. El secretario de Economía, Marcelo Ebrard, ha asegurado que “el T-MEC va a permanecer, va a sobrevivir”, calificando su optimismo como “razonable”. Afirmó que México está en un proceso de consulta coordinado con sus socios y que no existe un riesgo real de cancelación del tratado, ya que el costo sería “impagable” para ambos países. La presidenta Claudia Sheinbaum también ha destacado que su gobierno mantiene un diálogo constante con Washington para resolver disputas, como las barreras no arancelarias.
Sin embargo, en el sector empresarial persiste la inquietud.
La senadora del PRI, Karla Toledo, advirtió que el T-MEC está “bajo amenaza directa” por incumplimientos señalados por EE.
UU. en energía y otros sectores.
Expertos y representantes de la industria automotriz y maquiladora temen que la revisión se utilice para endurecer las reglas de origen y aplicar más aranceles, lo que frenaría la inversión y el desarrollo de nuevas tecnologías. La posibilidad de que Estados Unidos impulse negociaciones bilaterales, como sugirió Trump, es vista como un riesgo que podría dejar a México en una posición más vulnerable.
En resumenLa revisión del T-MEC en 2026 es el punto focal de las tensiones arancelarias en Norteamérica. Mientras el gobierno de México, a través de Marcelo Ebrard, asegura que el tratado sobrevivirá y traerá nuevas oportunidades, el sector privado teme que la presión de EE. UU. resulte en reglas más estrictas y en la imposición de nuevos aranceles, debilitando la certidumbre comercial.