El gobierno mexicano ha implementado una nueva política de nacionalismo económico, estableciendo aranceles temporales de entre 10% y 50% a aproximadamente 1,500 productos provenientes de países con los que no tiene tratados de libre comercio. Esta medida, que afecta principalmente a las importaciones de Asia, y en particular de China, busca proteger a la industria nacional, reducir el creciente déficit comercial y fortalecer las cadenas de suministro locales en el contexto del T-MEC. La decisión se produce en un momento en que la participación de China en las importaciones mexicanas ha crecido exponencialmente, pasando de un 2.4% en 2001 a un 20% en 2025, mientras que la de Estados Unidos ha disminuido. El déficit comercial de México con China alcanzó los 119 mil 520 millones de dólares en el primer semestre de 2025.
Sectores como el acero, aluminio, textiles, calzado y autopartes se encuentran entre los protegidos por los nuevos aranceles.
La medida también responde a la presión de Estados Unidos, que ha instado a México a tomar acciones para frenar la triangulación de productos asiáticos que buscan ingresar al mercado norteamericano. Sin embargo, la política no está exenta de riesgos. Sectores como la industria de artes gráficas ya reportan incrementos de hasta 30% en el costo de insumos como papel y cartón, lo que podría generar presiones inflacionarias. A pesar de ello, el gobierno y organismos como el COMCE ven en esta medida una oportunidad para que las PyMEs mexicanas sustituyan importaciones y fortalezcan el mercado interno, aprovechando los incentivos del Plan México.
En resumenLa nueva estrategia arancelaria de México es un intento por reequilibrar su balanza comercial, proteger la producción nacional y alinearse con las presiones geopolíticas de Norteamérica. Aunque ofrece una oportunidad para la industria local, también conlleva el riesgo de aumentar los costos para los consumidores y las empresas que dependen de insumos importados.