Las renovadas amenazas arancelarias del presidente Donald Trump contra China y el prolongado cierre del gobierno estadounidense han aumentado la aversión al riesgo. Simultáneamente, los comentarios moderados del presidente de la Fed, Jerome Powell, han reforzado las apuestas de que el banco central estadounidense continuará con su ciclo de recortes de tasas, lo que reduce el costo de oportunidad de mantener oro. A esta demanda de inversionistas particulares se suma una compra masiva y constante por parte de bancos centrales, especialmente de países emergentes y China, que buscan diversificar sus reservas y reducir su dependencia del dólar. Según un análisis, el valor de las reservas de oro de los bancos centrales (excluyendo a EE. UU.) ya supera el de los bonos del Tesoro estadounidense que poseen gobiernos extranjeros. Analistas de firmas como Société Générale y Bank of America proyectan que el precio podría alcanzar los 5,000 dólares por onza para 2026, describiendo el objetivo como “cada vez más inevitable”.