Sin embargo, su impacto en México se ve mitigado gracias al Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
La Casa Blanca precisó que, para los vehículos provenientes de México, el arancel se aplicará únicamente sobre el valor del contenido no estadounidense. Para las unidades que no califiquen para el trato preferencial del tratado, el impuesto se calculará sobre el valor total del vehículo.
Esta distinción es crucial para la industria mexicana, dada la alta integración regional y la presencia de plantas de fabricación importantes, como la que Volvo está desarrollando en Nuevo León con una inversión de 700 millones de dólares. La medida busca equilibrar la competencia, pero también podría generar consecuencias económicas como el aumento en los costos de transporte y afectaciones a las cadenas de suministro. Expertos señalan que tanto fabricantes en Estados Unidos como en México deben prepararse para un entorno comercial más complejo, donde la coordinación entre gobiernos y empresas será clave para evitar un incremento de precios y proteger los empleos en el sector. La decisión de Trump también se enmarca en un contexto de tensiones comerciales más amplias, incluyendo las relaciones con China y los acuerdos con otros socios como Japón.













