No obstante, los autobuses sí estarán sujetos a un gravamen general del 10%, independientemente de su origen.

La medida busca incentivar la producción nacional en Estados Unidos y equilibrar la competencia, especialmente frente a las ventajas que, según fabricantes como Ford y General Motors, obtienen competidores extranjeros a través de otros acuerdos comerciales, como el pactado con Japón. Paralelamente, Trump concedió una prórroga de cinco años a una disposición que permite a los fabricantes estadounidenses reducir aranceles sobre autopartes importadas, una concesión lograda tras meses de presión por parte de la industria.