El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, oficializó la imposición de un arancel del 25% a camiones medianos y pesados y del 10% a autobuses importados, medida que entrará en vigor el 1 de noviembre. Sin embargo, gracias al T-MEC, México y Canadá recibieron un trato preferencial que mitiga el impacto económico de esta política proteccionista. La proclamación firmada por Trump especifica que, para los vehículos provenientes de México y Canadá que cumplan con las reglas de origen del tratado, el arancel del 25% sobre camiones se aplicará únicamente al valor del contenido no originario de Norteamérica. En cambio, para las unidades que no califiquen para este trato preferencial, el arancel se calculará sobre el valor total del vehículo. Esta excepción representa un alivio significativo para la industria mexicana, especialmente para estados productores como Nuevo León.
No obstante, los autobuses sí estarán sujetos a un gravamen general del 10%, independientemente de su origen.
La medida busca incentivar la producción nacional en Estados Unidos y equilibrar la competencia, especialmente frente a las ventajas que, según fabricantes como Ford y General Motors, obtienen competidores extranjeros a través de otros acuerdos comerciales, como el pactado con Japón. Paralelamente, Trump concedió una prórroga de cinco años a una disposición que permite a los fabricantes estadounidenses reducir aranceles sobre autopartes importadas, una concesión lograda tras meses de presión por parte de la industria.
En resumenLos nuevos aranceles a vehículos pesados reflejan la agenda proteccionista de Estados Unidos, pero también subrayan la ventaja estratégica que el T-MEC confiere a México. La excepción arancelaria para el contenido regional protege la competitividad de la industria mexicana, aunque el sector de autobuses enfrentará mayores costos.