Para las unidades que no califiquen para el trato preferencial del tratado, el arancel se aplicará sobre el valor total del vehículo.

La medida es vista como una forma de incentivar la producción dentro de Estados Unidos y proteger a su industria de la competencia, especialmente la asiática. Adicionalmente, Trump concedió una prórroga de cinco años a un acuerdo que permite a los fabricantes estadounidenses reducir los aranceles que pagan sobre autopartes importadas, una concesión lograda tras meses de presión por parte de gigantes como Ford y General Motors. Esta disposición les permite reclamar una compensación de hasta el 3.75% del valor de los vehículos fabricados en EE.UU., ayudando a mitigar los costos derivados de otros gravámenes sobre acero y aluminio.