Sin embargo, su aplicación presenta matices importantes dentro del marco del T-MEC.
Para los vehículos fabricados en México que cumplan con las reglas del tratado, el arancel se aplicará únicamente sobre el valor del contenido no estadounidense, lo que podría mitigar parcialmente el impacto. No obstante, para las unidades que no califiquen para el trato preferencial, el impuesto se calculará sobre el valor total del vehículo. La industria mexicana de vehículos pesados, que opera 13 plantas de ensamble y representa el 1.3% del PIB manufacturero, se encuentra en un estado de alerta. Rogelio Arzate, presidente de la Anpact, comentó: “Queremos conocer más detalles al respecto, para poder entender más a detalle cuáles son los impactos completos de esta medida”. Las empresas más expuestas son Freightliner, International y Kenworth, cuya producción depende en gran medida del mercado estadounidense, con exportaciones que alcanzan hasta el 93% de su fabricación en México.
Sorprendentemente, la medida ha sido respaldada por los directivos de General Motors y Ford. Según Trump, Mary Barra de GM y Bill Ford de Ford Motor Company lo llamaron para agradecer la imposición de los aranceles, argumentando que sin ellos, “la lucha habría sido muy dura y larga” para los fabricantes estadounidenses. Este apoyo evidencia las divisiones dentro de la industria y la complejidad de las cadenas de suministro regionales, cuyo futuro se verá redefinido por esta nueva política proteccionista.













