Sin embargo, la postura de Washington ha mostrado flexibilidad.
El propio Trump admitió posteriormente que un arancel del 100% "no era viable" y que esperaba alcanzar un "buen acuerdo" con su homólogo chino, Xi Jinping, en una reunión prevista en Corea del Sur. Esta moderación en el discurso, junto con el anuncio de una nueva ronda de negociaciones comerciales en Malasia, generó un alivio en los mercados, que reaccionaron con repuntes. La agencia de noticias china Xinhua informó que la videollamada entre el secretario del Tesoro, Scott Bessent, y el viceprimer ministro chino, He Lifeng, resultó en "intercambios francos, profundos y constructivos".
A pesar de la retórica y las amenazas, las exportaciones chinas han demostrado una notable resiliencia. Según un análisis de Bloomberg, a pesar de los aranceles estadounidenses, mercancías por valor de aproximadamente mil millones de dólares siguen cruzando el Pacífico diariamente desde China, lo que demuestra la fuerte dependencia de las empresas estadounidenses de los productos chinos, especialmente en sectores como las tierras raras y la electrónica. Esta interdependencia otorga a Pekín un poder de negociación significativo y subraya la dificultad de desacoplar por completo ambas economías, manteniendo a los inversionistas en un estado de cautela constante.













