El impacto es particularmente severo en cruces fronterizos clave.
Alfonso Millán, delegado de la Canacar, señaló que el flujo diario de camiones ha disminuido drásticamente, pasando de un promedio saludable de 4,300 a apenas entre 2,800 y 3,000. La aduana de Sonoyta, Sonora, ha sido una de las más afectadas, con una caída del 45% en sus operaciones.
Los aranceles estadounidenses sobre productos estratégicos como el acero, el aluminio y los automóviles son señalados como la causa principal de esta contracción. Miguel Ángel Martínez Millán, presidente nacional de la Canacar, fue contundente al afirmar que el sector “ya está colapsado” y que los aranceles no solo han golpeado las exportaciones, sino que también “han retenido inversiones cruciales”. Paradójicamente, a pesar del menor número de operaciones, la recaudación aduanera ha aumentado, lo que se explica por el mayor valor declarado de las mercancías debido a los costos adicionales que imponen las tarifas. Esta crisis subraya la vulnerabilidad de la cadena de suministro norteamericana y la profunda dependencia del transporte de carga en la estabilidad de las relaciones comerciales.












