Estos componentes son particularmente vulnerables, ya que requieren tierras raras, de las cuales el 92% del suministro mundial proviene de China. Componentes de desgaste comunes, como los discos de freno hechos de acero, también se volverán significativamente más caros. La complejidad del origen de los materiales y el lugar de fabricación de las piezas complica la cadena de suministro y presiona los precios al alza. Bishara señaló que para ciertas categorías en declive, como las bombas de dirección asistida hidráulica, no tiene sentido financiero trasladar la producción desde China, por lo que los 180 millones de vehículos que aún necesitan estas piezas enfrentarán costos exponencialmente más altos. El segmento de frenos, predice, “va a sufrir enormemente”, ya que los consumidores solo pueden posponer su mantenimiento por un tiempo limitado antes de que la seguridad se vea comprometida.