El acuerdo original, pactado el 31 de julio, establecía una pausa de 90 días que vencía el 29 de octubre.

La extensión brinda un respiro a México, pero no elimina los riesgos, ya que siguen vigentes los aranceles sectoriales y la presión de Washington para que México elimine barreras no arancelarias a la inversión en sectores estratégicos. La presidenta Sheinbaum ha mantenido una postura de cautela, afirmando que esperará el desarrollo de los acontecimientos, especialmente tras la suspensión de negociaciones de Trump con Canadá, y ha instruido al secretario de Economía, Marcelo Ebrard, para fortalecer acuerdos bilaterales en foros como APEC. Empresarios mexicanos también viajaron a Washington para enviar un mensaje de unidad y cooperación.

Juan Carlos Baker, exnegociador del T-MEC, recomendó a México mantener la calma pero insistir en el objetivo de regresar al arancel cero. La situación evidencia la fragilidad del entorno comercial, donde las decisiones de Estados Unidos, como la posible restricción a la exportación de software a China, añaden volatilidad y complican las negociaciones a largo plazo para sus socios comerciales.