Expertos advierten que este arancel redefine los costos de producción y logística, generando una fuerte presión sobre la cadena de suministro regional. El incremento en los costos de exportación podría trasladarse a los precios finales de los vehículos en Estados Unidos y, a su vez, mermar la competitividad de México como plataforma de manufactura automotriz en Norteamérica, alterando un equilibrio comercial que ha beneficiado a ambos países durante años.