El acuerdo se materializó tras una reunión entre el presidente Donald Trump y su homólogo chino, Xi Jinping, en Corea del Sur.

Como parte del pacto, Washington acordó reducir los aranceles a productos chinos relacionados con la crisis del fentanilo en un 10%, lo que sitúa la carga arancelaria total en aproximadamente un 47%, por debajo del 57% anterior. A cambio, Pekín aceptó una pausa de un año en los controles a la exportación de tierras raras, un recurso estratégico del que dependen numerosas industrias tecnológicas occidentales. Este deshielo comercial fue recibido con optimismo por algunos sectores, como los fabricantes de juguetes chinos, quienes esperan una reactivación de los pedidos desde Estados Unidos tras meses de incertidumbre.

Sin embargo, la tregua es frágil y no resuelve todas las disputas.

El secretario del Tesoro de EE.UU., Scott Bessent, advirtió que su país está preparado para restaurar los aranceles si China no cumple con sus compromisos. Además, temas sensibles como los controles a la exportación de chips avanzados de IA de empresas como Nvidia y la venta de las operaciones de TikTok en EE.UU. quedaron sin resolver. La volatilidad persiste, como lo demostró el mercado de criptomonedas, que sufrió una de sus peores ventas en octubre después de que Trump amenazara con un arancel del 100% sobre importaciones chinas, evidenciando cómo los anuncios comerciales impactan directamente en la confianza de los inversores a nivel global.