Esta medida ha provocado un desplome histórico en la producción, exportación y ventas del sector, generando una profunda preocupación entre fabricantes y transportistas. La política comercial implementada por la administración de Donald Trump, que entró en vigor el 1 de noviembre de 2025, establece un arancel del 25% a la importación de camiones medianos y pesados (clases 3 a 8) y sus partes.

El impacto ha sido inmediato y severo.

Según cifras del Inegi, la producción de camiones pesados se desplomó un 59% en octubre en comparación con el año anterior, mientras que las exportaciones cayeron un 55% y las ventas al mayoreo se contrajeron un 61%. La Asociación Nacional de Productores de Autobuses, Camiones y Tractocamiones (Anpact) informó que esta caída “no se vio ni en la pandemia de Covid-19”.

Las armadoras más afectadas incluyen a International, con una reducción del 73% en su producción, y Freightliner, con un 56%.

La medida afecta directamente a la Región Sureste de Coahuila, un importante polo de proveeduría, donde entre 10 y 30 empresas que abastecen a la industria de camiones pesados enfrentan una posible reducción o cancelación de pedidos. Aunque los vehículos que cumplen con las reglas de origen del T-MEC solo pagan el arancel sobre la proporción de componentes no estadounidenses, la presión sobre los costos y la competitividad es innegable, ya que más del 40% de los camiones clase 8 vendidos en Estados Unidos provienen de México y Canadá. Ante este panorama, el sector busca soluciones en foros como la Expo Transporte ANPACT 2025 para trazar “la ruta hacia una movilidad más eficiente, segura y sustentable para el país”.