Las persistentes tensiones geopolíticas y arancelarias entre Estados Unidos y China están obligando a las empresas multinacionales a reconfigurar sus cadenas de suministro, un movimiento con implicaciones directas para la industria automotriz norteamericana. General Motors (GM) ha dado un paso significativo al ordenar a miles de sus proveedores que eliminen de sus cadenas de producción las piezas y materias primas procedentes de China para los vehículos fabricados en Norteamérica. Según fuentes familiarizadas con el asunto, la iniciativa de GM cobró urgencia en la primavera de 2025, en medio de la escalada de la guerra comercial. La automotriz ha fijado el año 2027 como fecha límite para que algunos de sus proveedores rompan por completo sus vínculos con el gigante asiático. Esta directiva forma parte de una estrategia más amplia para mejorar la “resiliencia de la cadena de suministro” de la compañía, que busca obtener componentes preferentemente de fábricas norteamericanas.
La medida no solo se enfoca en China, sino también en otros países con restricciones comerciales estadounidenses como Rusia y Venezuela.
Este esfuerzo de desvinculación es costoso y complejo para los proveedores, ya que China ha adquirido un dominio profundo en ciertos componentes clave como iluminación, electrónica y herramentales. Un ejecutivo del sector describió la iniciativa como “un gran esfuerzo”, mientras que la asociación de proveedores MEMA señaló que deshacer en pocos años las cadenas de suministro construidas durante décadas “no va a suceder tan rápido”.
En resumenEn respuesta a las tensiones comerciales entre Estados Unidos y China, General Motors ha instruido a sus proveedores norteamericanos a desvincularse de las cadenas de suministro chinas. Esta medida busca aumentar la resiliencia y reducir la dependencia geopolítica, acelerando la tendencia de regionalización de la producción en la industria automotriz, aunque representa un desafío logístico y financiero considerable para los proveedores.