Esta medida proteccionista está obligando a las empresas a reconfigurar sus cadenas de producción y a sacrificar márgenes para no perder competitividad.
Los aranceles, reinstaurados en marzo y elevados en junio, han generado una presión económica significativa.
Isaac Castañeda Lozano, propietario de la empresa de remolques CASTALOZA en Sabinas, Coahuila, confirmó que, aunque sus exportaciones continúan gracias a la calidad de sus productos, han tenido que sacrificar el precio de venta para mantener su participación en el mercado. “No hemos parado ninguna línea de producción, pero en las ventas de los productos hemos tenido que reducir precios para mantenernos”, señaló.
Este impacto se extiende a toda la cadena de valor. La industria de vehículos pesados, que ya enfrenta un arancel directo del 25% a sus exportaciones, sufre también el encarecimiento de estas materias primas esenciales. Fabricantes como Kenworth y Freightliner, que dependen del acero y aluminio para su producción, ven sus costos operativos aumentar, lo que complica su competitividad en su principal mercado de exportación.
La situación evidencia cómo las políticas comerciales de Estados Unidos repercuten directamente en la estructura de costos de la manufactura mexicana, forzando a los empresarios a absorber el impacto para no trasladarlo por completo al consumidor final y arriesgarse a perder mercado.













